El Parque Nacional de Garajonay debe su nombre a la leyenda
de los amantes Gara, princesa gomera y Jonay de Tenerife quienes ante la
desaprobación de su amor por sus familiares, decidieron clavarse una lanza de
madera y tirarse desde el pico más alto de la isla.
Garajonay está formado por una tupida selva conformada por
diferentes especies vegetales, envuelta frecuentemente por un mar de nubes que
confiere al bosque un aspecto mágico. Estas nieblas, cuya carga de humedad es
interceptada por el propio bosque son esenciales para su propia supervivencia
en un territorio insular dominado por la aridez. Este bosque, siempre verde,
recibe el nombre de laurisilva, que significa selva de laureles, ya que la
mayor parte de especies arbóreas que la componen presentan hojas similares a
las del laurel, y cuya existencia está ligada una elevada humedad y
temperaturas suaves con escasas oscilaciones durante el año.
Este bosque de laurisilva canaria, ocupa una extensión de
unas 4.000 hectáreas, lo que supone cerca de un 11 por ciento de la superficie
total de la isla. Es un relicto de los bosques subtropicales que ocupaban buena
parte de Europa y norte de África hace varios millones de años, por lo que
“Garajonay” puede considerarse como un auténtico fósil viviente. Para proteger
este ecosistema, en 1981 fue creado el Parque Nacional de Garajonay que,
posteriormente, en 1.986 fue declarado Patrimonio de la Humanidad, por la
UNESCO, máximo reconocimiento que puede alcanzar un espacio natural protegido.
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